Dondequiera que un hombre llegue al convencimiento básico de que debe de ser mandado, se vuelve “creyente”; a la inversa, se podría concebir un goce y poder de autodeterminación, una libertad de la voluntad, en aquel espíritu que, ejercitado en andar en frágiles cuerdas y posibilidades y en bailar hasta en el borde de los abismos, deseche toda creencia, todo anhelo de certeza. Espíritu semejante sería el espíritu libre par excellence. (Nietzsche en "La Gaya Ciencia")
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